viernes, mayo 25, 2007

EL COTIDIANO BETÚN DE SUS BOTAS


Ella era tan fría, tan impredecible, tan locamente extraña. Apenas si había un delgadísimo trozo de hielo entre sus aspiraciones y lo que realmente conseguía.
Lamentablemente, él, bajo su influjo, estaba destinado a cumplir el rol de oscuro esclavo, de siniestro arlequín hundido en deleznable nada. Todos y cada uno de los caprichos debían ser complacidos pues de lo contrario ella podría enojarse. No, que Dios no permitiese tal infortunio... El era capaz de arrastrarse como una catarata de mermelada y retorcerse como lombriz en un anzuelo con tal de verla a ella feliz y conforme. Como aquel día en que -para comprarle el tapado de visón- tuvo que prostituírse ante cinco marineros filipinos o aquel otro, en el que mató a su perro -un ovejero de pura raza que había criado desde cachorro- sólo porque había ladrado fuerte y a ella le había producido perturbación, en realidad había mostrado cierta inquietud en su mirar pero sin llegar a molestarse. Ella era tan susceptible, tan hiriente. Y él, incondicionalmente seguía a su lado, pavimentado sobre sus pretensiones, crucificándose con tules de novia, arrastrándose ante látigos, cuero y encajes. Ella pedía, ella exigía, ella dominaba y la lengua del tipo solamente era el cotidiano betún de sus botas.
Pero volvamos a él (no por mucho tiempo porque ella es la que importa). Se encontraba pensativo, algo agitado y transpirado. Eran las nueve de la noche y estaba sentado en el sofá del living del departamento que compartían en barrio Martin( uno de los más caros de Rosario), en un octavo piso, vista al río, con todos los detalles de comodidad posibles. Sus gestos reflejaban un penoso abatimiento. Era el día del cumpleaños de ella, que precisamente estaba por llegar a la casa y debía pensar en un regalo conveniente. Justo para ella, que era tan exigente con los obsequios. Y sí…, seguro que su elección cumpleañera no le iba a gustar, qué circunstancia terrible... En el último aniversario le había regalado un cero kilómetro importado y ella se lo había despreciado. Había ahorrado varios meses, había vendido preciosas joyas, que eran un recuerdo de su madre. Ella lo había mirado despreciativamente. “Metételo en el culo, infeliz, no se te ocurre algo más original?” -le había dicho...
Los minutos pasaban para agregarse poco a poco en sus espaldas y lo iban transformando en una especie de liquen compacto color almanaque que lo oprimía cada vez más. Ella en cualquier momento abriría esa puerta y no tenía un regalo. Resignado, casi sin fuerzas para pensar, se levantó, corrió hasta el dormitorio y trajo su revólver 38, el que guardaba en la mesita de luz. Luego escribió en una tarjetita “te amo” y la enganchó con un alfiler en la solapa de su saco. Se apuntó la sien y gatilló pero la bala no salió. En ese momento se dió cuenta de la locura que había estado por cometer. Su cráneo podría haber explotado y entonces la sangre habría manchado la alfombra persa de motivos dorados, la favorita de su esposa. Ni sintiéndose muerto convenía indisponerla a ella de ninguna manera, no, no... Entonces guardó el arma en el cajón, se quitó el saco, lo colgó en el perchero alisándolo suavemente para quitar las dobleces. Luego corrió hasta el balcón, se arrojó al vacío y cayó estrepitosamente sobre la vereda, cerca de unas plantitas de amaranto. Fue un golpe seco, inmenso. Rápidamente se acercaron al lugar varios curiosos y rodearon el cuerpo maltrecho. Cuando ella llegó, los miró fríamente, sonrió y entró con tranquila actitud en el edificio. El espectáculo era bastante desagradable pero al fin y al cabo había tenido su mejor regalo en años.

25 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gustó y me gustó. Punto y coma y quien no se escondió se embroma.

Sirena dijo...

Impactante, fuerte y genial relato. Me quedé con ganas de más. Déjame que te felicite por este gran escrito. Me encantó. Besitos, compañero.

menta producciones dijo...

sabarasa... me encantó el relato amigo... mi regalo intersticial tiene balcones pero sangra... abrazos caprichos y desequilibrados

vanessa dijo...

uy...

. dijo...

Lo disfruté Marqui, me gusto tu regalo.
Besos

Iseekyou dijo...

un relato genial en el mejor estilo de humor negro, buenooooo...

Anónimo dijo...

bien y más que bien!!! venía sin leer relatos de tu parte hace mucho tiempo, mientras cae la tarde en Madrid, escribimos postales de hum or negro y satírico junto a tus letras, je je!
un abrazo!

Anónimo dijo...

que rico texto. pues tio, que bien escribes...

eggy dijo...

Pobre hombre, seguramente murió sin saber que el mejor regalo se lo había hecho a él mismo, ¿o será mejor el método Barreda?.
Abrazos, intenso relato, de los que me gustan.

Juan B. Morán dijo...

Hola Marquinho

Me he reído con el desenlace fatal...algunos llaman amor a aborregarse o a complacer a la pareja y al fondo quizás el miedo profundo a la soledad de este siglo.

Un saludo y me marcho a tu fotoblog psicodélico.

Ana dijo...

Seguro que nuestra muerte debe ser el mejor regalo para alguien, eso es seguro.No todos tienen por qué llorar, no?

jejeje....excelente humor negro, pero además el transfondo es interesante y hasta generoso.
Sabes por qué lo digo? Porque creo en las diferentes formas de amra y si morir es una de ellas, bienvenida sea.

Besos bondadosos.

malditas musas dijo...

Me gustó mucho el ritmo narrativo, cómo hacés que la mirada del lector se una con la del protagonista. Y la consecuencia directa de ello es que uno se identifica, y esta mujer tan villana no deja de ser alguien reconocible, sufrible. Una metáfora del amor no satisfecho, de una sociedad vacía que se deleita en la sangre como única fuente de signo vital: la muerte. Porque no se puede morir aquello que no está vivo.

Un beso
Musa Rella

MaLena Ezcurra dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
MaLena Ezcurra dijo...

La primera vez que leo tus textos, siento cierta agradable inquietud.
Un laberintico camino noire, de a dos.

Abrazo.


Pd. el anterior comentario lo borre
:)

Anónimo dijo...

¿Me permite su mano caballero?

No te estoy pidiendo matrimonio pelotudo ja ja ja!

Solo se la quería besar, bruto cuento ha escrito.

Beeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeso

Oso conocido dijo...

Duriiiiisímo!!!!...pero bueniiiiiiiiisímo!!!
¿eso se llama Amor?, mmmm

Un abrazo

Oso

Loredana Braghetto dijo...

se lo leeré a un "alguien".

Anónimo dijo...

Impecable tu lenguaje amigo Fer!
Me encantó este relato!

Estoy un poco perdida en el tiempo de esta escalera interminable que soy, pero sigo espiando y disfrutando de tus letras.

Besos y abrazos!!!

Anónimo dijo...

Muy lindo cuentito señor Marquinez,una verdadera gran catarata de mermelada....

Marquinho dijo...

Gracias a todos por sus comentarios, pronto se viene un nuevo post, los espero nuevamente por aquí. Un abrazo cálido.

Anónimo dijo...

A esa mujer la falta perversión inteligente, nunca se ha de alegrar por perder una pieza insustituble para sus caprichos, de tenerla verdaderamente.
A usted le sobra!

Unknown dijo...

HOLA FER, TE DEJO UN FUERTE ABRAZO

ADAL

Osselin dijo...

Buena reflexión

Anónimo dijo...

JAJAJAJJAJAJAJA
Marquinho, qué grande...
por unanimidad, keremos más
un besote, cuidese mucho :***

k.

KUXTODIO MANRIKEX dijo...

JAJAJJAJJAJAJJAJJAJAJJA
¿SERE YO PADRE?